La realidad sobre la situación actual del Templo Shaolin de China queda al descubierto en el reciente viaje de los discípulos de Shi Yan Ming a China. ¡Lee toda la crónica!
El Templo Shaolin de Henan en la Actualidad
Por Shi Heng Yi (Daniel Corona)
Hace 7 años que Sifu Shi Yan Ming visitó China por última vez. Muchas cosas han pasado desde entonces y ahora creo que Sifu empieza a sentir que debe visitar pronto a sus maestros más viejos, pues un día muy cercano ya no estarán. Así que ha decido volver a Shaolin a visitar a sus seres queridos, familiares y amigos, en una travesía hacia oriente a la que ha invitado sólo a un pequeño grupo de discípulos y estudiantes, principalmente de EU y de algunos países donde Sifu tiene representación.
7º Día de la travesía de Shi Yan Ming y sus discípulos por La República Popular China
Llegada a Louyang y Dengfeng
Apreciar a todos los budas de Louyang nos ha tomado casi todo el día y hay que correr al autobús que nos llevará a Deng Feng. Nuestro chofer, «Mad Max», como lo han llamado los chicos por la forma en que maneja, hace gala de su pericia al conducir y hemos llegado en tiempo récord, pero no lo suficiente como para aprovechar el día. Así que Heng Zhou realiza una vez más la votación para decidir que hoy pasaremos el día en la escuela de Artes Marciales Shi Xiao Long del amigo de Shi Yan Ming, quien nos ha invitado a conocer su escuela y practicar con ellos. Así que nos dirigimos a Deng Feng, pero a la ciudad, no al Templo, que está a unos 10 minutos de la ciudad.
Al entrar a Deng Feng, muchas dudas se han aclarado. Es increíble la cantidad de escuelas de artes marciales. Parece un pueblo dedicado todo al arte marcial. Las calles llenas de negocios y avenidas amplias muy modernas y con luces de neón donde todo se llama Shaolin: «Shaolin Breakfast», «Shaolin Weapons Store», «Shaolin Car Servce (Servicio de lavado de autos Shaolin)». Hacia donde voltees, dice «Clases de Kung Fu», «Clases de auténtico Shaolin», «Escuela Shaolin de Kung Fu», «Escuela Kung Fu Wu Shu Shaolin», «Monjes Shaolines auténticos aquí»; en las calles te dan folletos y volantes de «aprende con monjes shaolines auténticos», «¡Vuélvete discípulo Shaolin! ¡Todo incluido! Hospedaje y clases» (Sifu Shi Yan Ming muere de la risa cuando le toca un incauto que le ofrece un volante de estos). En fin, ¡todo es Shaolin! Andy, nuestro guía, nos explica que la población en Deng Feng es de 100,000 habitantes, donde 15,000 son estudiantes de Kung Fu y 5,000 estudian otras artes marciales. En las calles, caminan niños vestidos de artistas marciales, otros cargando armas y dummies. En total, Deng Feng tiene 80 escuelas de Wu Shu Kung Fu, que albergan en sus habitaciones a 12,000 de los 15,000 estudiantes, el resto son turistas que se albergan en hoteles.
Hemos llegado al punto clave de nuestra expedición por China. Todos están listos para visitar el Templo Shaolin. Cada quién trae su cámara, dos baterías, estuche, etcétera No pueden fallar las fotos hoy. Por primera vez, veremos de qué se trata realmente el Templo Shaolín, así que ¡vámonos ya!
El camino es bonito, pero muy moderno para mi gusto. Me imaginaba algo así como un camino de terracería o de piedra. ¡Esto es una autopista de cuatro carriles! El viaje dura sólo 8 minutos gracias a «Mad Max», y al llegar siento que me equivoqué de lugar. ¿Seguro que es aquí, Mad Max? Esto no parece el Templo Shaolín. Esto parece Six Flags o Disneylandia. Comercios por todas partes, autobuses con turistas franceses, españoles, estadounidenses y chinos, principalmente, hacen fila para entrar al estacionamiento. Hay letreros de «Aprende Kung Fu con verdaderos Shaolines» en las tiendas. El colmo: ¡las cabinas de teléfono público tienen un Da Mo de adorno! ¡Y la entrada cuesta nada más y nada menos que 250 yuanes (350 pesos)! Pagamos y entramos por los torniquetes, y de ahí hay que caminar un poco más. Pasamos a un lado de la escuela de wushu que está dentro del Templo Shaolín, llamada Wu Shu Kwon, donde el director está esperando a Sifu para saludarlo y tomarse unas fotos con él. Ambos ríen y parecen contentos, pues no entiendo nada de lo que hablan. De ahí, seguimos caminando hasta llegar al Templo Shaolín. La puerta de entrada es exactamente como se ve en las películas y revistas, excepto que está llena de gente tomándose la foto. Al entrar, hay que dar empujones y jalones para que te den un minuto para sacarte la tuya, pero no me puedo ir de China sin tener mi clásica foto a la entrada de Shaolín, así que hay que usar el Kung Fu para dar un par de empujones más y que Heng Sheng corra a sacarme la foto. ¡Listo! ¡Quedo padrísima! ¡Ahora ya puedo regresar a México a decir que soy el único chilango de 1.70 de altura con complexión delgada, y de pelo negro que ha estudiado en Shaolín!
Después de las fotos, entramos a los patios del Templo, no se puede ni caminar de tanta gente que hay. Un grupo de monjes vestidos de naranja está a la entrada ofreciendo incienso, y uno de ellos reconoce a Shi Yan Ming y lo saluda, pero Shi Yan Ming no se acuerda de él y le pregunta «¿Quien es tu maestro?” El joven responde, «No soy de aquí, sólo trabajamos medio tiempo, pero lo he visto a usted en la televisión». Seguimos avanzando, y en encontramos a otro monje ofreciendo incienso a los turistas a la entrada de un salón. Sifu lo saluda y el monje se le queda viendo como haciendo un esfuerzo por reconocerlo. De pronto, se le abren los ojos y exclama «¡Shi Yan Ming! ¡Eres tú!», y ambos ríen y se dan un abrazo y platican un poco. Un compañero de Nueva York se aproxima a Sifu y le pregunta, «¿A él sí lo conocía? ¿Es monje?», y Sifu le responde, «Él era el conserje cuando yo vivía aquí». Continuamos caminando, y a mi paso volteo a todas partes y me pregunto, «¿dónde entrenaran los monjes? No hay ni un pedacito de patio libre para practicar». Le pregunto a Andy, nuestro guía, «Andy, ¿me harías favor de traducir? Quiero preguntar a los monjes de aquí dónde entrenan y si puedo tomar unas fotos». Andy me acompaña y le preguntamos a unos chicos literalmente «disfrazados» de monjes, que responden, «No lo se. Nosotros sólo usamos el uniforme de trabajo, pero los que practican artes marciales están afuera en las escuelas».
Los monjes Shaolin que aún vivían en el templo hasta antes de su apertura al público en los años 80 han decidido que lo mejor para ellos es abrir sus escuelas en las afueras de Shaolin y en otros países, así que todo el día pasa sin que veamos a uno solo practicar. Entonces, ¡Pues qué diablos! ¡Nosotros practicaremos en su lugar! Heng Zhou, el mayor de nuestra comitiva de Nueva York, se abre paso en un rincón a la entrada del Templo y nos hacemos un cuadrito para practicar. La gente se nos queda viendo y nos empiezan a tomar fotos y aplaudir. ¡Que ironía! ¡Estudiantes Nueva York practicando Kung Fu en el Templo Shaolin de China, teniendo como espectadores a un grupo de amigos chinos disfrazados de monjes que nos aplauden y ríen cada vez que Zhou hace un mortal!
Creo que ya visitamos todos los puntos del lugar, hasta que Sifu nos dice, «Esperen aquí», entra por una puerta que da a un pasillo diferente, donde no está permitido el paso al público, y tras unos cinco minutos sale y nos dice que pasemos. Al entrar, hay un área restringida y llegamos a un lugar donde hay unas habitaciones. Aquí es donde realmente viven los pocos monjes Shaolín auténticos que quedan, y aquí está el maestro de Shi Yan Ming esperándonos para invitarnos unos fideos. Éste es el momento que habíamos estado esperando, conocer el auténtico Shaolin y no el del turista. Pero a decir verdad no hay mucho que conocer; de los monjes que aún viven ahí, sólo unos pocos practican artes marciales. Los demás hacen lo que Sifu llama «Sleeping Style, el Estilo Dormilón». La verdadera actividad fuerte de las artes marciales está afuera, en las escuelas de wushu. Sobre todo, la gente prefiere la del Wushu Kwon y la de Shi Xiao Long, que son las más prestigiadas. Pero de cualquier forma, el simple hecho de estar aquí, en una sala privada del Templo Shaolin, compartiendo unos fideos con nuestro abuelo-maestro, «Shi Gong», es fascinante. Esto es a lo que veníamos, a conocer a la familia, y creo que ha valido la pena. Shi Heng Zhi, nuestro hermano mayor, levanta un vaso y dice a Shi Gong, «Creo que hablo por todos: queremos agradecerle que nos haya recibido y este ha sido el momento más emocionante de todos. Siento que viajé miles de kilómetros, y aún así me siento en casa».
El resto de los sucesos los contaremos poco a poco en otros artículos: sobre qué es el Templo Shaolin hoy en día, y todo lo demás que visitamos ahí mismo en los días siguientes, como la cueva de Da Mo, los pozos de agua de Hui Ke, la tumba de Fu Yu y muchas cosas más. Pero creo que lo que dice Sifu es más que cierto: «El hecho de visitar el Templo Shaolin de China te resuelve muchas dudas». Cuando sabes lo que fue y ves lo que es ahora, es cuando más valoras el poder contar con alguien como Sifu en nuestro país; es entonces cuando te das cuenta de todo lo que vale el poder aprender de un auténtico monje Shaolín, no uno de medio tiempo, sino de poder tener un contacto con lo que realmente fue hace años el Templo y su autentica filosofía.
Mi conclusión particular es que el Templo Shaolín de China es un símbolo, así como el Ángel de la Independencia o las ruinas de Teotihuacán lo es para nosotros, pero nadie va a las ruinas de Teotihuacán a aprender antropología; para eso se va a la universidad, y después de la universidad regresas a las ruinas a apreciar y observar lo que aprendiste. Eso es lo que yo creo que es Shaolin hoy en día. Los auténticos monjes de Shaolin que aún quedan viven en el extranjero ,donde han puesto sus escuelas, y los que quedan en el Templo Shaolin de China, no toman discípulos de ninguna otra nacionalidad, más que niños que, con el consentimiento de sus padres, dedicarán su vida al proceso de recibir el legado de su mentor, que incluyen el arte marcial, en una tercera parte, y la religión el resto del tiempo. Lo que sí hay es miles de extranjeros en las escuelas de los alrededores, y la verdad es que ya hay muy poco interés en China por volverse monje Shaolin. Es decir, ¿para qué? Si quieres aprender artes marciales, las mejores escuelas de China están en las afueras del Templo, y no tienes que vivir modestamente ni hacer vida monástica. Entonces, pues no tiene mucho caso. Somos nosotros, los occidentales, los que estamos obsesionados con la idea de poder decir «Soy Monje Shaolin», cuando buscamos impresionar a los incrédulos y ganar adeptos para nuestra escuela. Pero platicando con unos chicos de la escuela de Shi Xiao Long, les pregunto: «¿No desearían ser monjes de Shaolin?», y me responden, «¿Para qué? ¿Estar todo el día encerrado sin hacer nada, ayunando y sin poder hacer lo que yo quiera? ¡Para nada!»
Al final del día, Sifu Shi Yan Ming nos reúne y nos dice, «Por eso era importante que vinieran, para que ustedes mismos resolvieran sus dudas, y por esto es importante que construyamos el Templo Shaolin de Estados Unidos, para que la enseñanza antigua y original tenga un lugar dónde renacer y poder servir a mucha gente».
Continua leyendo día a día la travesía por China en nuestro blog: www.KungFu.org.mx
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