De Shaolin a Nueva York – Entrevista con Shi Yan Ming
Por Raul Tortolero – La Revista del Universal
De Shaolin a Nueva York
Entrevista con Shi Yan Ming
El monje guerrero que escapó de China
Por Raúl Tortolero
Sólo unos cuantos están considerados como "Héroes
Shaolin" dentro del ancestral templo del mismo nombre.
Se alcanza ese estatus a través de décadas de
esfuerzo. Y son menos quienes son catalogados por el
gobierno chino como "Tesoro nacional". Shi Yan Ming
obtuvo ambos reconocimientos. Entonces decidió vivir
en Estados Unidos.
La gente se revolvía con expresión confusa, el rostro
pálido por el cansancio de los vuelos, en la sala de
llegadas del aeropuerto de la ciudad de México. Es el
mediodía del lunes 1 de noviembre de 2004. Avanzan
lentos rodando maletas los recién aterrizados. Menos
uno. Un tipo rapado y correoso, de 1.65 de estatura,
ojos orientales, sin un gramo de grasa. Da largos y
rápidos pasos. Prendido, energizado. Sus dos
acompañantes -Heng Po y un muchacho del Bronx- lo
siguen, no tan despiertos como él. De pronto reconoce
al artista marcial Daniel Corona -uno de los más
activos de México- y exclama: "¡Chi!", saludando con
una expresión clásica en el Kung fu, que significa
"fuerza de vida", o en caló chilango, aproximadamente:
¡Pila!, o ¡Ánimo".
-¡More Chi, train harder!" -grita enseguida. Es decir:
"¡Más fuerza, entrena más duro!". Ésta es la frase de
batalla de la escuela que fundó hace 10 años en Nueva
York, el USA Shaolin Temple. Se trata del Sifú -o
maestro- Shi Yan Ming, un monje de 40 años que desde
los cinco entrenó en el mítico templo Shaolin, en la
provincia de Henan, China. Shaolin es conocido no sólo
por su práctica de budismo chan (zen, en japonés),
sino por ser el caldo de cultivo de la mayoría de las
artes marciales actuales. Fundado hace 1500 años, el
centro era ya budista chan cuando llegó un personaje
legendario: Bodidharma. Un monje budista iluminado,
que viendo a los monjes debilitados por largas
meditaciones, ideó un sistema de movimientos para el
desarrollo de la energía, el "chi", que mejora la
salud, previene enfermedades y es la base para el
combate marcial. Ese es el nacimiento del Kung fu.
"Kung fu es el nombre occidental de la disciplina que
en China se conoce como wushu, es decir, literalmente,
artes marciales"; se basa en la filosofía clásica
china y contempla varias formas de lucha: a puño,
armada y rutinas, se describe en el libro El poder del
Kung Fu de Wu Bin, Li Xingdong y Yu Gongbao.
AFILA TU CUCHILLO
"El Kung fu significa la vida", explica Yan Ming, con
quien platicamos en un restaurant italiano,
deglutiendo carne de res con cerveza. "Es
entendimiento, respeto, paz y amor". Y despliega su
filosofía: "Del alba hasta entrada la noche, tienes
que afilar tu cuchillo, debes afilar tu vida y
retarte". Y el Chan "es tu vida misma. La gente quiere
demasiado, piensa demasiado y por ello te sientes mal.
Con el Chan lo simple es bello, todo lugar es tu
templo. Lo puedes practicar donde quiera que te
expreses en una forma magnífica".
Shaolin es legendario por dos causas: el budismo Chan
y el Kung fu. Ambas, tradiciones conservadas y
desarrolladas a través de todas las dinastías. Shi Yan
Ming es el nombre que este duro maestro recibió al
ingresar en ese recinto. "Shi", en honor del fundador
del budismo, Shakyamuni. "Yan" es 34 generación de
Shaolin, y "Ming" es perpetuo, como la rueda del
dharma.
Este alegre mas impertérrito sacerdote es quien en
1992, al final de la primera gira de los monjes
Shaolin -de quienes era el entrenador principal- por
Estados Unidos, decidió quedarse en San Francisco, en
parte por estar cansado de la vigilancia de 24 horas
de los guardias rojas que restringían su trabajo, y
porque deseaba brindar su sapiencia al mundo entero.
"En China los comunistas no me permitían expresar mi
filosofía. El gobierno hizo la revolución cultural
durante 10 años, hasta 1976, cuando murió Mao. En ese
periodo los soldados destruyeron muchos templos
budistas que abrigaron durante generaciones cosas de
valor, que no puedes comprar, incluyendo el templo
Shaolin", lamenta con voz suave y firme. Los monjes
guerreros se dispersaron. Después del 76, algunos
regresaron y el conocimiento ancestral siguió
transmitiéndose.
ESCAPANDO AL COMUNISMO
A la medianoche Yan Ming abandonó un hotel vigilado
por agentes chinos, abordó un taxi sin saber una
palabra de inglés, y a señas se alejó. Mientras, el
líder del tour de los guerreros Shaolin se daba cuenta
de que Yan Ming los había abandonado y llamaba a uno
de los hombres más poderosos de Beijing, quien le
advirtió que lo trajera de regreso.
El taxista, hastiado de no entender una sílaba, bajó a
nuestro personaje en el primer restaurant chino. Ahí
fue hospedado una semana al tiempo que enseñaba Kung
fu a sus paisanos. Pero Yan Ming no se quedaría en EU
para eso. Quería enseñar a todas las razas. Viajó a
Nueva York. Con la ayuda de algunos discípulos rentó
un espacio y empezó el primer Templo Shaolin fuera de
China, ahora ubicado en Manhattan. Importantes
empresas televisivas como la BBC, Discovery Channel,
MTV Europa, y la revista Time, le han dedicado amplios
reportajes a este peculiar inmigrante, convertido en
maestro de Björk y Wesley Snipes, entre otros famosos.
"Mi misión en la vida es compartir mi conocimiento con
tanta gente como sea posible", explica. EU le concedió
una tarjeta verde a las dos semanas. Y ha podido
regresar a China dos veces. Enseña a gente de todo el
mundo, a niños, abuelos, gordos y flacos. Pagando 120
dólares al mes -algo módico para Nueva York- se es
entrenado por un experto llegado de Shaolin, alguien
capaz de romper ladrillos y tablas, de pararse de
manos en dos dedos, alguien que puede dormir sobre un
pie "como un gallo". Alguien cuyo objetivo básico es
difundir el milenario estilo Shaolin en Occidente.
BUDISMO SIN REGLAS
Del aeropuerto chilango Yan Ming se dirigió a las
pirámides de Teotihuacan, antes de visitar Acapulco y
luego Cuernavaca, donde impartiría un curso con
asistentes de todo el país.
Este monje budista y gurú del kung fu se muestra
decidido, alegre, fluido. A casi todo responde: "no
problem, no problem", al reír parece de 18 años, pero
concentrado para asestar un golpe atemoriza. "Ser un
practicante de Kung fu -dijo a People+arts- es ser tan
suave como el algodón y tan duro como el acero".
Los budistas no comen carne, no toman alcohol, ni se
casan ni tienen hijos.
-Pero los monjes Shaolin no tenemos reglas -saborea
una michelada-. S-s-s-splendid, fantastic. Las únicas
reglas son el amor, la paz, ayudar a los demás, y el
respeto.
Llega al restaurant adjunto a las pirámides la
barbacoa de chivo. La baña en salsa picosa y alaba su
sabor. Pero rechaza el queso.
-¡Es malo para la circulación!
Yan Ming está casado con una coreana y tiene un hijo.
Los monjes Shaolin rescataron de un secuestro al
vástago de un emperador, usando el Kung fu, y por ello
fueron exentados de toda privación.
-La vida es breve: todo el tiempo la estamos
celebrando -y va al sanitario bailando. Oscurecía
cuando regresamos al DF. Íbamos escuchando "Killing me
softly" en la voz tersa y sexy de Lauryn Hill. "Suena
como una joya", se extasiaba el monje, como niño.
"La filosofía debe conducirnos a la felicidad",
respira.
Invitado por Daniel Corona, Yan Ming estuvo en nuestro
país en noviembre de 2004. Regresará a Cuernavaca, el
21, 22 y 23 de octubre próximos, a impartir su segundo
seminario. Daniel fundó su primera academia en esa
ciudad en 2002, ahora convertida en el Templo Shaolin
de México, AC, mediante una ceremonia oficiada por el
huésped.
SHAOLIN ES LA VIDA
Está vestido como monje tibetano en naranja y
amarillo. Es el mismo de quien la revista Time asegura
que en China levantó 23 kilos… con los testículos.
"Sirve para desarrollar el chi. Se trata de pararte y
sostener un peso. Sin problemas", sonríe. Le pregunto
qué piensa del dolor. "Es parte de nuestras vidas. Es
bueno. Lo disfruto. Hay que tratar de disfrutarlo, sin
quejarse. Primero un poco y luego más".
Como fruto del entrenamiento Shaolin asegura: "Puedo
dormir como un gallo sobre una sola pierna". ¿Y cuál
es el propósito de dormir así?, cuestiono. "Todos
tenemos un cuerpo y una mente maravillosos: tenemos
que usarlos, que expresarlos". ¿Y qué me dice de
pararse de manos durante 30 minutos? "Muy simple. Sin
problemas. Tu cabeza se torna pesada, y sientes los
ojos desencajados. No es peligroso, es positivo para
la salud. Hoy lo haces 30 segundos, luego 31, y así".
Todo le parece fácil luego de 35 años de practicar
Kung fu. Ingresó a los cinco años en Shaolin.
"Recuerdo ese día como entrando a un lugar muy
impresionante, muy pacífico, muy callado. En esa época
no mucha gente iba al templo Shaolin, por la
revolución cultural, en 1969".
-Usted estuvo enfermo y se recuperó de pronto. Sus
padres atribuyeron la curación a Buda -le pregunto.
-Estuve muy enfermo a los tres años. Casi moría. Mis
padres gastaron todo el dinero, vendieron todo,
incluyendo las sillas, la mesa, para salvarme la vida.
Un médico usó acupuntura para curarme finalmente.
Atribuyeron mi alivio a Buda.
Y narra sus impresiones en el templo:
"El templo Shaolin es distinto de otros templos
budistas. Ahí el maestro es como un padre, y con los
alumnos se forma una familia". Los maestros son
reconocidos por su dureza con los discípulos. "Y si no
cambias, tendrás un problema. Podían dejarte en tus
rodillas por cinco horas". Empero, resume esa gran
experiencia en una palabra: "Shaolin es la vida".
Después de esa estricta vida monacal, podría no
resultar cómodo vivir en la capital del dinero.
-¿No le molesta vivir en la capital monetaria de un
imperio consumista, no muy religioso?
-Cuando camino por las calles y veo gente que no está
feliz con sus vidas y me siento mal, y deseo que de
alguna manera ellos puedan expresar sus vidas en otra
manera. Por eso trato de tener más ramas del templo
Shaolin de Estados Unidos, tantas como sea posible.
En su web site se explica que se pueden dar donaciones
desde 10, hasta un millón de dólares.
-¿A usted le gusta mucho el dinero, trata de hacerse
millonario?
-Lo desearía. Para comprar tierra y construir un
templo, no hay duda al respecto. El punto es que
necesitamos mucho dinero para comprar tierra y
construir un auténtico templo Shaolin en los Estados
Unidos. La gente tendría un espacio mayor, y así no
tendríamos que solicitar dinero. Podrían vivir ahí los
discípulos, ser esa su casa, comer ahí.
-Podría criticarse que los monjes chan estén
solicitando tales cantidades de dinero.
-La cosa es que tenemos gente que viene a entrenar
desde Sudáfrica, Alemania, Austria, Rusia, Islandia,
Australia y quieren quedarse ahí, pero no tienen el
dinero para pagar el caro hotel, y no pueden cubrir ni
sus comidas. Necesitamos más espacio.
Finalmente le pregunto qué fue lo más importante que
aprendió en Shaolin, y qué fue lo más difícil. Y su
respuesta es acaso una síntesis de un conocimiento
milenario concentrado en este monje revolucionario que
burló el yugo comunista:
"Lo más importante es entenderte a ti mismo. Lo más
difícil es muy fácil: hay que retarse para practicar
artes marciales".